Curiosamente al igual que la maestra de este vídeo yo soy maestra de literatura, y al serlo estoy cumpliendo un sueño constante: acercar a los jóvenes al maravilloso mundo que presenta este arte con todas esas reflexiones sobre la vida y sobre el ser humano que se encuentran vertidas en letras con pasión y maestría.
Quizá porque aún no hemos encontrado, como sistema educativo y como sociedad, una forma de que los estudiantes disfruten la lectura y por ende la literatura; es por lo que este trabajo a veces exige un esfuerzo muy grande, es como nadar contra corriente, algunos de los estudiantes se encuentran "vacunados" contra la lectura, es algo que los bloquea y que les causa aversión. Es difícil cumplir con un programa académico que a veces no está pensado en las necesidades e intereses que pueden tener los estudiantes en una etapa escolar determinada. Yo misma como profesora me quiebro a veces la cabeza pensando como hacer entretenido para los jóvenes algo que, aunque ahora me encanta, mi versión de su edad la hubiera considerado aburrido, difícil y quizá inútil.
A veces es trabajoso conjugar el tipo de aprendizajes que quiere dejar uno como docente en sus alumnos y las que las institución donde se trabaja exige.
En el programa la profesora de literatura, termina desertando de dar clases en ese grupo y en esa escuela, porque ve que el seguir las normas institucionales será estarse traicionando consigo misma constantemente, el hecho de asignar una nota, por algo que debería ser un goce, es algo indignante para ella. Y la comprendo perfectamente ¿cómo fomentas un gusto o un placer, bajo la angustia de que se debe obtener una calificación aprobatoria. Su forma de llevar la clase desenfadada y su renuncia dejan profundamente marcada la vida de algunos de sus alumnos quiénes la describen como una maestra maravillosa.
Yo como docente espero que mis alumnos perciban mi pasión por la literatura y poder contagiarlos un poco, que concluyan que hay mucho por descubrir y preguntar en los universos literarios. Mas creo que hay maneras de crear ese gusto con y a pesar de los programas y de las exigencias institucionales como la calificación. Aún podemos crear ese ambiente y disminuir un poco la angustia por la calificación de los alumnos, ¿cómo? con estímulos positivos: premiandolos con un puntaje extra fijo por cumplir con sus tareas en tiempo y forma (así uno esta estimulando también la parte de asumir las responsabilidades y las consecuencias de las decisiones), seleccionando lecturas que puedan ser de su interés por su edad y contexto sociocultural; revisando con ahínco sus tareas y trabajos y comentándolos no sólo como profesora sino desde mi experiencia como ser humano y como lectora (acercándome a ellos de está manera como una compañera de lecturas, no sólo como una autoridad escolar); agradeciendo y reconociendo sus esfuerzos por leer lo que no les gustó.
Creo que nuestro trabajo como profesores también implica un poco de diplomacia y habilidades de negociación tanto intrapersonasles como interpersonales, donde nuestros valores y visión del cómo y qué se debe enseñar entren en una negociación con las exigencias institucionales.
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