IHS

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Maestría en Educación Humanista

sábado, 8 de marzo de 2014

Las posibilidades de un punto negro en una hoja blanca

¿Qué nos ocurre cuando las posibilidades de responder una pregunta son infinitas? Caemos en el absurdo, caemos en la perfección de la multiplicidad de respuestas que puede haber como individuos hay en el mundo, ante tantas respuestas nos quedamos con nada, puesto que ninguna puede asirse como estandarte para todos. El conocimiento es complejo y por lo tanto tiene mucho de inasible, nosotros como docentes y la escuela como institución, comprometida con el aprendizaje y con el conocimiento; tratamos de hacer tangible y "paladeable" para los estudiantes un universo que es infinito en sus posibilidades.
Históricamente hemos tratado de hacer tan digerible y concreta la realidad, cuya naturaleza es compleja, que muchos de los estudiantes aprenden a simplificar la realidad, quizá más de lo que debería ser; y le dan al docente lo que creen que quiere y lo que creen que les aportara una buena calificación bajo la ley del mínimo esfuerzo. El entusiasmo por el aprendizaje y por apropiárselo pasa a un tercer o cuarto plano, porque las prioridades son más bien burocráticas, políticas, sociales y hasta familiares, no parten del individuo y su curiosidad sino de las necesidades generadas por una gran masa de estímulos externos.
Es en esta situación cultural y social que en clase, en la postura de alumnos de maestría mis compañeros docentes y yo nos vimos ante una actividad que perfectamente representaba esta complejidad y esta simplificación a la que estamos acostumbrados.
Nuestro facilitador, solicitó dos voluntarios, los colocó frente a nosotros, viéndose frente a frente entre ellos. Y luego se interpuso entre ellos dos y dándole la espalda a uno le presento al otro una hoja en blanco con un punto negro pintado al centro de la misma. Le preguntó: ¿qué es lo que ves? y él maestrante contestó: A usted sosteniendo una hoja blanca con un punto negro en medio.
El facilitador, lo miró a los ojos sonriendo y  le dijo: te voy a dar otra oportunidad y repitió su pregunta, nuestro compañero desconcertado comenzó a hablar de cosas que podían representar el punto negro y la hoja en blanco aunque con un dejo de inseguridad. Tras otras oportunidades, se volvió hacia la otra voluntaria que escuchaba nerviosa las interacciones docente-alumno y le repitió la misma pregunta: ¿Qué es lo que ves? Ella con sonrisa nerviosa, respondió de manera similar a nuestro compañero. Y la respuesta del profesor fue: Te voy a dar otra oportunidad...
Todos los observadores estábamos consternados ¿qué era lo que esperaba el profesor de nuestros compañeros? Tras varios intentos más de ambos se terminó el ejercicio.

Yo me quede con varias reflexiones como dejó entrever al inicio de este texto: 
1. Las posibilidades de respuesta ante esa pregunta en esa situación son infinitas, porque pueden partir de observaciones de la realidad o de productos de la creatividad y de la imaginación del qué responde; los cuáles sería difícil catalogarlos como errados, puesto que las instrucciones y la pregunta son muy abiertas y dan pauta a múltiples respuestas en las que no hay un límite definido de desde que punto de la realidad o la ficción deben ser formuladas.
2. Como estudiantes y como seres humanos estamos acostumbrados a simplificar la realidad y a crear límites donde quizá no los hay, como en el hecho de que ninguno de nuestros compañeros pensó en hablar de lo que ocurría más allá de la hoja y del profesor cuando sus respuestas partían de la realidad tangible. No sólo veían al profesor, también veían el aula, al compañero (también voluntario) detrás del profesos y a algunos de nosotros que les quedábamos de frente.  
3. Estamos acostumbrados a tratar de conseguir nuestros objetivos bajo la ley del mínimo esfuerzo, y es hasta que nos embarga la incertidumbre del error, que comenzamos a esforzarnos. Como ocurrió con nuestros compañeros que comenzaron contestando lo esperado y ante las "oportunidades" del maestro empezaron a buscar "mejores respuestas" aunque en realidad no había posibilidad de "mejores respuestas" todas eran correctas desde el punto de vista de la complejidad.

En fin tras estás reflexiones creo que como docentes debemos preguntarnos hasta que punto limitamos las posibilidades de los alumnos en nuestra aula, en pro del cumplimiento del programa, al poner actividades con reacciones y respuestas esperadas y deducibles; fomentando con esto esa simplicidad de percepción de la realidad que luego impide ver el hecho de la realidad compleja.  Y con esto todas las posibilidades creativas y de aprendizaje integral que trae consigo el ampliar nuestra mirada ante la realidad y ante el conocimiento.
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